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Esta bitácora ha sido desde el primer minuto una apuesta por el lenguaje claro. Está en el lema. Desde siempre he tenido en Azorín un referente de cómo escribir con claridad. Y resulta que ahora, pasados tantos años desde que empecé a juntar letras con algún sentido descubro un artículo de este maestro, periodista y escritor, que viene a ser la síntesis de su modo de escribir: “Estilo oscuro, pensamiento oscuro”. He de decirlo. El descubrimiento se lo debo a la lista de Apuntes, el foro de la Fundéu BBVA. Es decir, a los apunteros. Y a ellos he de agradecérselo, pues me ha permitido llegar a una auténtica joya literaria: “Un pueblecito. Riofrío de Ávila”. Publicado por primera vez en 1916 y del que ahora tengo una edición de 1957 en la colección Austral.
Es el libro entero una lección de estilo, del estilo claro. Y para esa lección, Azorín nos pone a seguir a Jacinto Bejarano Galavis y Nidos, al que convierte en personaje principal y del que aparece, según cuenta, en la Cuesta de Moyano de Madrid, una obra en dos tomos publicada en 1791. De esa obra, de sus impresiones sobre Riofrío de Ávila, saca nuestro autor material y excusa para su exaltación de lo sencillo. Al final va a resultar que Azorín nos confiesa que no ha estado nunca físicamente en ese pueblecito de Ávila: “¿Para qué hacer el viaje? Hay un momento en la vida en que descubrimos que la imagen de la realidad es mejor que la realidad misma”.
La gran lección se contiene en el siguiente párrafo:
Colocad una cosa después de otra […] ¿No habéis observado que el defecto de un orador o de un escritor consiste en que coloca unas cosas dentro de otras, por medio de paréntesis, de apartados, de incisos y de consideraciones pasajeras e incidentales? Pues bien: lo contrario es colocar las cosas –ideas, sensaciones–, unas después de otras. «Las cosas deben colocarse –dice Bejarano– según el orden en que se piensan, y darles la debida extensión». Mas la dificultad está… en pensar bien.
“Estilo oscuro, pensamiento oscuro”
Azorín –José Martínez Ruiz– es el ejemplo más directo de cómo escribir con claridad. De su estilo dice María de Maeztu en su Antología de prosistas españoles del siglo XX que “su prosa clara, precisa y concisa, de frase corta y construcción directa, cae como una bomba en medio de la literatura finisecular, ampulosa, de falsa retórica”. Lo tiene claro Azorín. Su artículo “Derechamente a las cosas” termina así: “De todos los defectos del estilo, el más ridículo es el que se llama hinchazón”.
Algunos no entienden que no hablamos sino para darnos a entender. ¿Se entiende?