Archivo de la categoría: Cómo se escribe

Lo que dice la gramática española es lo que vale para el lenguaje administrativo.

Ordeno y mando

Lenguaje Administrativo utiliza cookies propias y de terceros para fines analíticos anónimos, y para el funcionamiento general de la página.

Puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón "Aceptar" o configurarlas o rechazar su uso pulsando el botón "Configurar".

Puedes obtener más información y volver a configurar tus preferencias en cualquier momento en la Política de cookies

Ordeno y mando

Educación y buenas maneras siempre son exigibles en los mensajes de la Administración.

¿En qué estaría pensando el redactor de este cartel? Casi da miedo.

Si alguien se ha visto a sí mismo revestido de autoridad, de la autoridad, para escribir en términos conminatorios, como los que aquí aparecen, aviados vamos. Este cartel, cuya imagen me envía amablemente un compañero de la Universidad Complutense de Madrid, tiene carácter de documento interno, en tanto que aviso y dirigido a personal administrativo. El detalle, demasiado obvio, es que el redactor se ha olvidado de la educación y las buenas formas. Elementos siempre obligados y que no hay que confundir con familiaridades o con expresiones coloquiales.

Tras el enunciado, Cambio de contraseñas, se nos lanza el mensaje:

Se va a proceder a obligar a todos los usuarios a cambiar de contraseña.

Un aviso que encierra un mensaje mal escrito y excesivo. Dos infinitivos encadenados, el uso innecesario de todo en mayúsculas y un tono brutalmente imperativo. Si el redactor tenía prisa y le ha salido así, malo, porque tiene obligación de revisar lo escrito. Y si el emisor del mensaje piensa que su autoridad no es cuestionable y en este caso no proceden medias tintas, ha olvidado que su condición de servidor público le obliga, a él sí, a la amabilidad y la buena educación.

¿No hubiera sido mejor una redacción bajo el enunciado parecida a ésta?:

Con el fin de mejorar la seguridad de los equipos informáticos se cambiarán las contraseñas de acceso a partir del día tal. Recomendamos un mínimo de seis caracteres (letras y números). No será posible mantener las actuales.

El corte de la imagen, por abajo, no permite ver quién firma este despropósito. Pero no sería nada de extrañar que apareciese así, en mayúsculas:

L’AUTORIDÁ COMPETENTE.

La misma con el mismo

Su consumo por los mismos

Los menores de 18 años son «los mismos».

El texto, en una hoja DIN A4, situada en la pared tras de la barra de bares y cafeterías en la Comunidad de Madrid, reza como sigue:

Se prohíbe la venta y suministro de bebidas alcohólicas a menores de 18 años y su consumo por los mismos. (Artículo 30.2 de la Ley 5/2002, de 27 de junio, sobre Drogodependencias y otros trastornos adictivos).

Estamos ante el uso abusivo de una palabra que expresa repetición (forma anafórica), que vuelve sobre algo ya dicho. El mismo o la misma es un adjetivo que se sitúa normalmente entre el artículo o el determinante y el sustantivo al que modifica: el mismo día, esta misma semana… Pero también puede sustantivarse (DPD) y, en ese caso, mantiene los sentidos de identidad y de igualdad o semejanza que le son propios: Sus ideas reformistas solo cambian de posición, pero son las mismas (Vitier Sol [Cuba 1975]).

En el lenguaje administrativo su uso sustantivo es frecuente, y casi siempre innecesario, pero también en el lenguaje político y el periodístico. En el DPD se desaconseja su empleo «como mero elemento anafórico, esto es, como elemento vacío de sentido cuya única función es recuperar otro elemento del discurso ya mencionado». Convierte el mensaje en algo lento y pesado de leer, puesto que es una forma redundante. Así, en la frase los acuerdos serán firmados por el titular del órgano o el representante de la entidad que suscriba los mismos, se debió escribir mejor: Los acuerdos serán firmados por el titular del órgano o el representante de la entidad que los suscriba. Es decir, que lo recomendable es sustituir mismo(s) por un demostrativo, un posesivo o un pronombre personal, según convenga.

En el caso que nos ocupa, bastaba con esta redacción:

Prohibida la venta y el suministro de bebidas alcohólicas a los menores de 18 años.

Lo del consumo, que aparece en el texto original, se entiende que es en el local donde se cuelga el cartel de marras.

También hay otra opción, por ejemplo:

Está prohibida la adquisición y el consumo de bebidas alcohólicas por los menores de 18 años en este establecimiento.

El maestro Lázaro Carreter, en El dardo en la palabra (1997: 310-313), nos trasladaba este diálogo para besugos:

—Juraría que me había echado las llaves al bolsillo de la chaqueta, pero no llevo las mismas en el mismo.

—¿Te has mirado en el pantalón? Puedes llevarlas en los bolsillos del mismo.

—No, no llevo las mismas en los mismos. Al salir de casa habré dejado las mismas sobre algún mueble de la misma, mientras sacaba el abrigo y me ponía el mismo.

—Tendrás que llamar al cerrajero para que abra la puerta.

—Sí, aquí tengo el teléfono del mismo. Nos cambió la cerradura de la misma hace poco, y conocerá la misma

Pues eso.

Razones de respeto

Little King

Los sustantivos que designan dignidades y cargos deben ir en minúscula. (Ilustración: The Little King, de Otto Soglow).

En la Administración es costumbre que los títulos y cargos vayan siempre en mayúscula inicial. Así: el Rey, la Reina, el Papa, Presidente, Ministro, Secretario de Estado, Director General, Rector, etcétera. Sin embargo, lo habitual fuera del ámbito público, es que los cargos se escriban en minúscula y las instituciones, con mayúscula: «El presidente del Congreso conversa en el hemiciclo con el presidente del Gobierno«. La nueva Ortografía recomienda cambiar la costumbre administrativa (4.2.4.1.6) para que títulos y cargos se escriban con minúscula.

Aunque, por razones de solemnidad y respeto, se acostumbra a escribir con mayúscula inicial los nombres que designan cargos o títulos de cierta categoría en textos jurídicos, administrativos y protocolarios, así como en el encabezamiento de las cartas dirigidas a las personas que los ocupan u ostentan, se recomienda acomodarlos también en estos contextos a la norma general y escribirlos con minúscula.

Deben ir con minúscula, por tanto, los sustantivos que designan títulos nobiliarios, dignidades y cargos (ya sean civiles, militares, religiosos, públicos o privados), así se trate del mismísimo rey, de la reina o del papa.

Lo mismo ocurre con los tratamientos (4.2.4.1.5), tanto los que preceden al nombre propio (don, doña, fray, sor, santo/-a), como los que pueden utilizarse sin él (usted, señor/-a, doctor/-a, licenciado/-a, excelencia, señoría, reverendo/-a, etcétera).

Aunque en el pasado se han escrito habitualmente con mayúscula inicial por motivos de respeto, práctica que aún pervive en documentos oficiales y textos administrativos, todos ellos son adjetivos o nombres comunes, por lo que no hay razón lingüística para escribirlos con mayúscula«.

La indicación se suaviza, no obstante, si se trata de las más altas dignidades (su santidad, su majestad, su excelencia): «La mayúscula inicial es admisible solo si el tratamiento no va seguido del nombre propio de la persona a la que se refiere». Por ejemplo: «La recepción a Su Santidad será en el palacio arzobispal«. Pero: «La recepción a su santidad Benedicto XVI será en el palacio arzobispal«.

La sesión, dirigida por su majestad el rey Felipe VI, ha contado con la presencia del ministro de Educación…

Ya está aquí, ya llegó, la nueva Ortografía

Manos dibujando Escher

Ilustración: M.C. Escher.

Aunque este es un blog de lenguaje administrativo, también lo es de buen uso del español. Hoy es el primer día de circulación de la Ortografía de la lengua española. Así que podemos gritar: ¡la Ortografía (1999) ha muerto!; ¡viva la Ortografía (2010)!

Para divertimento de los lectores de este blog, copio-pego un comentario en la Red del escritor mexicano Agustín Monsreal:

Pues (o será si), es cierto, como diría el célebre (o celebre) testarudo, que no se puede confundir revólver con revolver, pero (otra vez sera si), sin ofender a dicho testarudo, la pérdida de su madre con la perdida de su etcétera, frase famosa para demostrar que con los acentos no se juega, como ocurre también con mendigo y méndigo.

Y tampoco es lo mismo, por ejemplo: sólo te mueres y ya/  solo te mueres y ya; ni tampoco: voy a tomar sólo un vaso de vino/ voy a tomar solo un vaso de vino; ni tampoco: sólo llegó a la casa/ solo llegó a la casa; ni tampoco: discute sólo del acento/ discute solo del acento.

¿Cambia o no cambia el sentido de lo que se dice?  Claro que suena igual, pero no quiere decir lo mismo, y para eso en la lengua escrita existe el acento ortográfico, lo que demuestra que el acento en solo es sólo cosa de sentido común. ¿Y qué (que) queda si le quitamos el acento a académicos?, pues acade-micos.

Del blog de Fernando Valls.

P.D.: El diario ABC de Madrid publicaba en su edición en papel del 30 de noviembre de 2014 el significativo reportaje Sólo/solo. La tilde que enfrenta a la RAE con los escritores. Muy recomendable.

Verbos comodín: nada comienza, nada se emprende, todo se inicia

El botón de «Inicio», en la esquina inferior izquierda de la pantalla de nuestro ordenador, es omnipresente.

Ojo a la palabra Inicio, que Windows nos ha colocado en la parte inferior izquierda de la pantalla de nuestro ordenador. Ahora todo se inicia y todo finaliza. Es lo que hay. Iniciarfinalizar son verbos comodín. Un verbo comodín nos aleja de la precisión en el lenguaje y hace más ambiguos nuestros mensajes.

Por ejemplo: Fecha de inicio de la prestación del servicio. O este otro: Se inicia de oficio por medio de la presente convocatoria. O este: El órgano gestor deberá iniciar el expediente de reintegroIniciar, para el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), significa comenzar, dar principio a algo. Entre los sinónimos de iniciar están: empezar, comenzar, emprender, incoar, principiar, etcétera. En el segundo y tercer ejemplos, podíamos haber escrito, mejor: comienza de oficio… y deberá incoar el expediente

Para el verbo finalizar nos encontramos en una situación parecida. Por ejemplo: El miércoles finaliza el plazo para la presentación de enmiendas. O este otro: Hace más de dos años que finalizó el plazo establecido para la transposición al Derecho nacional de la Tercera Directiva… Entre los sinónimos de finalizar están: expirar, prescribir, caducar, concluir, acabar, terminar, cumplir, agotar, finiquitar, etcétera. Podríamos haber escrito con verbos más apropiados para cada contexto: El miércoles vence (o expira) el plazo… O también: Hace más de dos años que se cumplió el plazo establecido

Si utilizamos los verbos (o las palabras) más apropiados, estaremos más cerca de la claridad. Contra la ambigüedad, precisión.

Ninguna víctima o algunas víctimas

En la violencia de género, no hay una sola víctima

¿Son eficaces los mensajes de la Administración? Con independencia de que se justifiquen tales o cuales campañas, la eficacia comunicativa es siempre obligada. Pero esa eficacia se pierde con la ambigüedad. Este cartel, firmado a partes iguales por el Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad y por Save the Children, es soporte de la campaña «En la violencia de género no hay una sola víctima«. En la presentación, la secretaria de Estado de Igualdad, Bibiana Aído, dijo que, «en numerosas ocasiones los hijos y las hijas son usados por los maltratadores como instrumentos para hacer daño a sus madres«. En su contexto, pues, ya no hay duda sobre el objetivo del cartel. Sin embargo, el mensaje, en sí mismo, se presta a la ambigüedad.

Si cambio algunas palabras y mantengo la construcción, se entenderá mejor: «No hubo un solo hombre que diera un paso al frente«. Es decir, interpreto que ningún hombre dio un paso al frente. Porque si yo digo «No hubo solo un hombre…», estoy diciendo que hubo más de un hombre. Aunque esta construcción no es la más eficaz. Trasladado al mensaje del cartel y para indicar que siempre hay más de una víctima, lo adecuado hubiera sido: «En la violencia de género no solo hay una víctima«. En este caso solo funciona como adverbio (modifica el significado del verbo). Pero el redactor del lema del cartel no quería decir exactamente eso. Quería subrayar que la víctima no está sola, que está acompañada de más víctimas. Para eso, sola tiene que funcionar como adjetivo.

Hay aquí un claro problema de ambigüedad, que resta eficacia al mensaje y que no solo tiene que ver con el orden de las palabras, sino también con la negación. No es lo mismo decir «no llueve» que «hace sol«. La precisión en el lenguaje contribuye a la claridad. Y es más preciso decir «hace sol«, que decir «no llueve«. Mucho más claro, y preciso, hubiera sido: «En la violencia de género hay más de una víctima«.

Habiendo recibido, que es gerundio

Muchas veces, casi de continuo, habré de referirme aquí a las construcciones del lenguaje administrativo. Los redactores de los textos carne de boletín se empeñan incansablemente en hacer incomprensibles los mensajes. Me manda un amable comunicante un Decreto Rectoral que dispone el cese [sic] de un rector en funciones y que empieza como sigue:

Habiendo recibido el alta médica después de la reciente intervención quirúrgica a la que he sido sometido, y habiendo cesado, por tanto, la causa de suplencia por enfermedad regulada en el artículo 17 de la Ley 30/92, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común…

Si empezamos por la solución del acertijo, lo entenderemos mejor:

Después de la reciente intervención quirúrgica he recibido el alta médica. En consecuencia, ha cesado la causa de suplencia por enfermedad, regulada en el artículo 17 de la Ley…

Habiendo recibido, habiendo cesado, son gerundios compuestos (se forman con el gerundio del verbo haber y el participio del verbo que se conjuga: habiendo estado, por ejemplo). Expresan clara anterioridad a la acción. Por tanto, en el primer caso, habiendo recibido [yo, para el redactor], hay un problema de construcción: el alta médica siempre será posterior, no anterior, a la intervención quirúrgica. En el segundo caso, habiendo cesado [la causa], es una incongruencia total, porque la causa es origen y su cese el final. Siempre posterior, no anterior. El gerundio expresa coincidencia temporal (Los vi jugando en el parque) o anterioridad inmediata (Los mataron utilizando un machete) a la acción del verbo al que acompaña.

En principio, hubiera sido correcto escribir:

Al recibir el alta médica ha cesado la causa de suplencia por enfermedad…

Mantener habiendo recibido hubiera planteado además un problema de ambigüedad: ¿quién ha recibido el alta médica? ¿Yo? ¿Él? No está claro.

Como norma general, cuando hay dudas sobre su uso, es mejor evitarlo.

Decreto nombrando

El llamado gerundio del BOE es un arcaísmo: Decreto nombrando. Mejor: Decreto por el que se nombra.

Por otra parte, en el lenguaje administrativo es todavía frecuente el llamado gerundio del BOE (gerundio adjetival o gerundio especificativo): Nueva ley reformando las tarifas aduaneras… (frente a … que reforma las tarifas aduaneras); Se ha hecho público el decreto nombrando embajador en Londres a… (frente a … por el que se nombra embajador en Londres a…). Es decir, se debe sustituir el gerundio por la construcción que+verbo.

Dobletes y desdoblamientos

Escritora pensando

En una carta o en un correo electrónico nunca es aceptable la fórmula: Sr./Sra. D./Dña. Luis Fernández. Ilustración ClipArt ETC.

Cuando una carta, o una circular, o un aviso, o un comunicado, o un correo electrónico van dirigidos a un colectivo compuesto indistintamente de hombres y mujeres, ¿cómo hay que encabezarlo? La solución más adecuada sería la siguiente: Estimada compañera, estimado compañero…

Una fórmula poco recomendable sería: Estimado/-a compañero/-a... No hay problema para el uso de la barra, que puede indicar la existencia de dos o más opciones posibles, pero que tiene un uso más idóneo en impresos de preinscripción, matrículas, formularios, fichas, etcétera: Cuestionario para el/la alumno/-a.

Claramente inadecuada sería la fórmula: Estimado/-a compañero/-a, donde es necesaria la unificación, o por la palabra compañero, o por el morfema a, que, además, por ser de terminación debe ir precedido del guión corto; así: -a.

Por último, queda proscrito el uso de la arroba: Estimad@ compañer@

Y en todo caso, lo preferible siempre es la individualización. De manera que si me dirijo a un hombre, lo correcto es: Estimado compañero. Y si me dirijo a una mujer: Estimada compañera. En las etiquetas utilizadas para la correspondencia, cuando se individualiza la mención no es posible el desdoblamiento: Sr./Sra. D./D.ª Luis Fernández Corchado, decano/-a de…

Como observación final, los encabezamientos de textos dirigidos a colectivos siempre hay que escribirlos en singularestimadoestimada, y no estimados estimadas. La carta, o el comunicado, o el correo lo lee siempre una persona (lee para sí). Cosa bien distinta sería si tuviésemos que leer en voz alta ese mismo texto a un grupo de personas. Ahí, sí, en plural.