Polisilabismo o sesquipedalismo: el arte de escribir… estiradamente

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Palabras alargadas, estiradas como chicles.(Ilustración: Bayuela).

El lenguaje burocrático se sirve de las palabras alargadas para dar ampulosidad y rimbombancia a quien las pronuncia o escribe. Hay una tendencia en el lenguaje administrativo a estirar las palabras, porque parece que “visten más”. Así, nos podemos encontrar con problemática (problema), cumplimentar (cumplir), señalizar (señalar), territorialidad (territorial). Las pretensiones retóricas, literarias o artificialmente elegantes están de más en el lenguaje administrativo. La claridad, ¡tan necesaria!, exige palabras sencillas, de fácil e inmediata comprensión:

  • totalidad/todos
  • influenciar/influir
  • finalización/final
  • domiciliación/domicilio
  • tramitación/trámite

El vocabulario claro y sencillo es sustituido por voces pretenciosas y relamidas. El texto pierde transparencia y se hace farragoso. Orwell en su conocido ensayo “La política y la lengua inglesa” (1946) lo explicaba así:

La hinchazón del estilo ya es, de por sí, una especie de eufemismo. […] El gran enemigo de una lengua clara es la falta de sinceridad. Cuando se abre una brecha entre los objetivos reales que uno tenga y los objetivos que proclama, uno acude instintivamente, por así decir, a las palabras largas

Orwell, G. (2006): Matar a un elefante y otros escritos. Madrid, Turner.

Eso sí, para definir este fenómeno se utilizan palabras finas: polisilabismo o sesquipedalismo. Esta última (del latín, sesquipedalia verba) define aquellas “palabras ampulosas, rimbombantes, de amplitud desmesurada”. No importa que no esté clara su “traducción”: sobredimensionamiento, desestructuración, modelización, emprendurismo. En muchos casos ya las hemos asumido:

  • conflictividad/conflicto
  • climatología/clima
  • meteorología/tiempo
  • proporcionalidad/proporción
  • accidentalidad/accidentes
  • complementariedad/complemento

Para Chesterton, “no importa lo que digas, mientras lo digas con palabras largas y cara larga”.

¡Menuda cara solemne se me va a poner cuando escriba supercalifragilisticoespialidoso!

Aaameeeénn.

______________

P.D.:
Propón una solución en los siguientes ejemplos de alargamiento léxico:

  • La unidad de personal ha señalizado para el día 23 de junio de 2008 la elección de plazas.
  • Debemos ultimizar estos acuerdos previos.
  • Hay que inicializar correctamente las políticas sociales en Extremadura.
  • Los asuntos económicos se han concretizado en un informe exhaustivo.
  • La metodología usada no es la correcta.
  • La intencionalidad de los autores no está clara.
  • Debemos marginalizar estos hechos.
  • El letrado del servicio jurídico terminó su intervención conclusionando que el hecho es constitutivo de delito.

15 comentarios en “Polisilabismo o sesquipedalismo: el arte de escribir… estiradamente

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  3. Edgar Ordóñez

    Es obvio que si un problema exige una solución, una problemática exige una solucionática. Solucionatiquemos estas problemáticas con palabrerías alargacionadas, pues este es un artecionático muy eleganticista. Así contribuiremos a la enriquecimentación del idiomático.

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  4. Pingback: “Estilo oscuro, pensamiento oscuro”, un artículo de Azorín | LENGUAJE ADMINISTRATIVO

  5. Eduardo Irigoyen

    Recomiendo leer (y disfrutar) algunas declaraciones de Jorge Luis Borges, quien con su fino humor, destrozaba a escritores y periodistas que quienes empleaban ciertas formas de lenguaje ampuloso y cursi, con algunas palabras inventadas que despreciaba particularmente.

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  6. POC

    ¿Esos ejemplos de alargamiento léxico son casos reales? porque lo de «conclusionando» no creo que exista como palabra en castellano siquiera.

    Con respecto a la simplificación del lenguaje, puede estar sujeta a mucha controversia. Hay gente a la que le gusta escribir «estiradamente» o enriqueciendo el lenguaje con palabras menos habituales, pero que son igualmente válidas, admitidas o incluso «mas elegantes». Sin embargo, creo que ese tipo de lenguaje debe dejarse para la literatura. Estoy de acuerdo con Javier que el lenguaje administrativo debe ser sencillo y claro, porque su función es la de ser comprendido rápidamente sin tener que leerlo 3 o 4 veces, que es, desgraciadamente, lo que normalmente ocurre.

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    1. Alejandro

      Me permito no compartir POC, dejando abierto el debate. Es necesario hablar simple cuando ello es exigido por las circunstancias. No tiene sentido hablar «dificil» cuando nuestro interlocutor necesita un mensaje directo y claro. En cambio, el destinatario del lenguaje administrativo, no es cualquier persona, y además ciertos vocablos son estrictamente técnicos, imprescindibles para transmitir algo con su adecuado alcance y significación. Entonces, diferenciemos primero el marco, el ámbito, la materia, para luego utilizar el léxico mas adecuado. Demás está decir, y yo lo vivo a diario en mi profesión de abogado, que en mi comunicación directa con mis clientes, no podría nunca usar tecnicismos jurídicos o frases en latin: debo hablar lo más sencillo posible si quiero darme a entender. Ello no habilita a caer en el error que todo debe simplificarse (vrg. «metodología» por «método», que son dos cosas bien distintas) por el culto a la simplicidad misma.

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  7. Alejandro

    Absolutamente falso! Nada más rico que nuestro lenguaje y las amplias posibilidades que nos ofrece. Aquí se pretende simplificar todo, incluso el lenguaje técnico, acortando las palabras a su mínima extensión textual. «Territorialidad» no es lo mismo que «territorial», por algo existe y se usa una y otra. Por otra parte, el lenguaje técnico (vgr. el jurídico) se vale de este tipo de vocablos además con una connotación especial, distinta de la significación vulgar. En definitiva, este chato llamamiento a la «simplicidad» extrema, es una muestra más del reduccionismo y la mediocridad que nos gobierna en estos tiempos…

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    1. Javier Badía

      Muchas gracias por tu comentario, Alejandro, que enriquece y matiza lo que aquí se dice. En todo caso, no acabo de entender si cuando hablas de «una muestra más del reduccionismo y la mediocridad que nos gobierna en estos tiempos» te refieres a ¿esta entrada?, ¿al blog?, ¿a su autor?

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      1. Alejandro

        Me refiero, claro está, no al blog ni mucho menos a su autor. El comentario es a la idea de que todo debe ser simplificado al máximo posible, y las cosas no siempre funcionan así. Perdón por el énfasis, no fue mi intención incomodar a nadie con mi opinión.

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        1. Javier Badía

          No me has incomodado, Alejandro. Solo había entendido que a lo mejor te había traicionado el pronto. Y lo escrito, escrito queda. Pero no. Y por otra parte, la discrepancia es algo natural. En todo caso, te digo que en mi intención no está consagrar la simplificación como panacea. El uso de un lenguaje claro, o de un lenguaje llano no significa simplificar el lenguaje. Palabras precisas, sintaxis correcta, buena ortografía, eso es lenguaje claro. El lenguaje administrativo (o el lenguaje jurídico), es un lenguaje especializado, que puede ser también lenguaje claro. Y así debería ser, porque el destinatario final siempre será el ciudadano, que tiene derecho a entender lo que le dice la Administración. Pero de todo esto trata este blog en otras entradas o páginas. Aquí se habla de palabras largas, o palabras alargadas. Y las palabras largas oscurecen el mensaje. Este blog está por el lenguaje claro, no por el lenguaje simplificado, que es otra cosa.

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