«Persona con discapacidad», no «minusválido»

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Una persona con discapacidad es una persona con capacidades diferentes (ilustración Bayuela).

Discapacidad y persona con discapacidad son los términos aceptados internacionalmente para quienes tienen “déficits, limitaciones en la actividad y restricciones en la participación” (RD 1856/2009, de 4 de diciembre). [Lo de “restricciones en la participación” viene así en el real decreto, sin más aclaraciones.] El 3 de diciembre es el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, tal y como proclamaron las Naciones Unidas en 1992.

En España el uso de “persona con discapacidad” es obligado en los textos normativos desde el 1 de enero de 2007 (Disposición adicional octava. Terminología. Ley 39/2006, de 14 de diciembre). Se sustituyen así los términos minusválido y persona con minusvalía, que la Organización Mundial de la Salud (OMS) decidió abandonar en 2001, por su “connotación peyorativa”. Discapacidad es también el término elegido por la Asamblea General de la ONU en el Primer Tratado Internacional de los Derechos de las Personas con Discapacidad, aprobado en 2006. Queda muy atrás la norma que suprimía para los textos de la Administración los términos subnormalidad y subnormal (RD 348/1986, de 10 de febrero). Estos términos se sustituían, en aquel momento, por minusvalía y persona con minusvalía.

El término minusválido está en retroceso (394.000 resultados al teclear la palabra en Google) frente a discapacitado (3.380.000 resultados al teclear la palabra en Google). Discapacidad sustituye del mejor modo posible sinónimos como deficiencia, anormalidad o minusvalía. Quien presente una determinada discapacidad será una persona con discapacidad, lo que en todo caso se podría concretar como discapacidad física, intelectual o enfermedad mental, sea cual sea el grado de discapacidad o de enfermedad. Están en desuso términos como invalidez, inválido, minusvalía, minusválido, loco, invidente, cojo, subnormal, anormal, tullido, mutilado, tarado, etcétera. Todo esto, claro, referido siempre al lenguaje administrativo y a un uso de respeto, lo que no tiene nada que ver con la literatura, por ejemplo.

Uso de respeto, sí. Lo que no equivale, o no debe equivaler, a lenguaje neutro o políticamente correcto. Que son parecidos, pero no es lo mismo. Hay una raya tenue que estará, seguro, en el sentido común. En el esperpento del lenguaje políticamente correcto se puede sustituir feo, por cosméticamente diferente; pobre, por económicamente explotado, aunque sí nos encontraremos con persona en situación de precariedad; o dentadura postiza, por dentición alternativa. Son solo unos ejemplos, pero hay muchos, muchos… En el lenguaje administrativo todo parte del fenómeno de la cortesía, lo que lleva al empleo de eufemismos o de perífrasis. Se sustituyen las palabras por las definiciones de las palabras. Un cartero es un auxiliar técnico de clasificación y reparto, o una portera es una controladora de accesos. Para que gane lo aceptable socialmente pierde la comunicación eficaz.

El concepto que se utilizará para las personas de capacidades diferentes en las comunicaciones será discapacidad. Como regla general, escribiremos persona sorda (no sordo) o persona sordociega (no sordociego). También persona de talla baja (no enano). Tartamudo y tartamudez, sí; pero no tartaja. Lengua de signos, sí; pero no lenguaje de signos. En la expresión escrita —siempre dentro del registro formal— evitaremos los verbos padecer, sufrir, aquejar, referidos a la discapacidad. Utilizaremos mejor verbos neutros, como presentar, tener, manifestar, concurrir, etcétera, que no prejuzgan el hecho de tener una discapacidad.

*Las personas que padecen síndrome de Down
Las personas que tienen síndrome de Down

*Hay gente que sufre el trastorno bipolar
Hay gente que presenta trastorno bipolar

*Aquejada de parálisis cerebral
Manifiesta parálisis cerebral

Por otra parte está el asunto de la accesibilidad en la documentación administrativa:

Los documentos e impresos estarán redactados con un lenguaje simple y directo, sin que se utilicen siglas o abreviaturas. Los documentos básicos de información de uso más habitual deberán contar con versiones simplificadas para personas con discapacidades intelectuales o problemas de comprensión escrita. (Art. 13.1 del RD 366/2007, de 16 de marzo).

Dependencia es el término habitual de la última legislación española para referirse a personas que, por razones derivadas de la edad, la enfermedad o la discapacidad, precisan de la atención de otras para sus actividades básicas en la vida diaria. Persona dependiente incluirá a un anciano o a un niño que, en un momento dado, pueden depender de la asistencia o de la ayuda de alguien.

19 comentarios en “«Persona con discapacidad», no «minusválido»

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  4. helga

    Movilidad reducida es un término que considero adecuado, solo hay que intentar hacer un recorrido por un paseo habitual en cualquier ciudad para darse cuenta de que no han pensado en las diferencias con las personas que no tienen afectados ninguna de las extremidades, órganos o sentidos motoros o motrices. Así que las personas con movilidad reducida estaís mas cerca de ser superheroes de tebeo, como he leido en uno de los comentarios. Quizás seria más interesante hablar de estas barreras para definir el término. Pero me molesta profundamente que se siga definiendo a las personas por sus diferencias, por su condición sexual, por la economíca o por el físico. La fuerza de las palabras sigue haciendo mucho daño y demuestra que somos una sociedad poco educada para convivir y mejorar nuestras condiciones. Deshumanizados y enfrentados no conseguiremos eliminar las barreras. En estos tiempo de locos estamos encerrados en campanas que nos aislan cada vez mas un@s de l@s otr@s.

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  5. laura

    soy una persona diferente como todos o que todos somos iguales ……. pero me falta algo o tengo al demás porque siempre prejuzgan por lo que ven no por lo que somos demás pero yo pienso que la inclusión no esta en el termino sino en la practica de la inclusión y en brindar iguales oportunidades no discriminar por las apariencias ..pero falta mucho por hacer lo mas importante no es hacer muco sino lo poco que hagamos muchos insisto el termino no importa sino la actitud de las personas que son normales si muy normales como todo ser humano con muchos errores y virtudes por eso somo seres humanos , sino fuéramos seres divinos allí si seres diferentes pero todos somos iguales y las diferencias nos hace iguales que siempre estamos pendientes de apariencias no de lo que tenemos dentro

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  6. Jonathan

    Se les llamaba inválidos y estaba feo (como si no valieran para nada), preferían minusválido. Después que minusvalido tampoco estaba bien (como si valieramos menos que los demás) y tiene que ser persona con minusvalía. Ahora tampoco está bien «minusvalía» (como si fueran débiles) y ahora se les tiene que llamar persona con discapacidad. Dentro de poco dirán que también esta feo, como si no fueran capaces.

    Por qué tanto rollo, pues si minusválido ya se entiende de por sí, por muchas vueltas que le den no va a mejorar su problema, pues si para unas cosas no eres apto porque te limita tu discapacidad pues no pasa nada, la palabra era minusvalido y ya está. Como le gusta a la gente ir de víctima, y no lo digo porque me moleste, pero es que parece cachondeo tanto cambio.

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    1. Fernando J.

      No mejoran su problema, pero se utiliza los términos correctos. Una persona con alguna discapacidad no es menos válida que usted o que yo para realizar ciertas funciones. Presenta una discapacidad que podría limitar determinadas acciones en lo cotidiano. Y no implica que no las pueda ejercer, tan solo que las ejecuta de manera diferente a personas que no tienen ninguna discapacidad. Con todo mi respeto, su comentario me parece muy ofensivo; tal vez producto de su ignorancia hacia el sector d la discapacidad.

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    2. Jan paul villa lopez

      Pues a mi opinion se equivoca ya que yo por ejemplo tengo a mi tía de 20 años con una enfermedad llamada “artrogriposis multiple» y a ella le molesta mucho cuando dicen una palabra tan peyorativa y malsonante como “minusvalido». Lo que me pregunto yo es tanto el esfuerzo para cambiar una palabra de nuestro vocabulario y habla normal. A mí no me lo parece para nada, porque si puedes hacer sentir mejor a una persona así lo veo compensado.

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    3. Pere

      Hola Jonathan, si a ti te gusta minusvalido y no hay quien sea capaz de cambiar tu forma de entender el motivo por el cual no nos gusta que nos digan minusvalidos, es que tu mismo si que pudieras ser un minusvalido por no ser capaz de razonar con el significado de estos términos y los motivos que muy bien se definen aquí mismo y sería bueno que te hicieras mirar el motivo por el cual quizás podrías ser una persona minusvalía.
      Mejor pensar antes de escribir tantas chorradas.
      Yo soy una persona con una discapacidad ya que tengo que moverme en silla de ruedas y no por ello debo ser tratado de minusvalido.
      A caso me podrían llamar persona +válida ya que igual soy capaz de hacer cosas que quizás tu ni siquiera serias capaz hasta encontrarte en una silla de ruedas durante muchos años y quizás entonces podrías ser tan capaz o una persona +válida que otras.
      Un saludo y felicidades a tod@s las personas que sois capaces de comprendernos y daros cuenta de muchas cosas que si más personas lo hicieran, incluso las ciudades, comercios entre muchos otros estarían más adaptados al eliminar esas barreras que muchas veces por una mísera cantidad de dinero podrían see resueltos estos problemas de acceso entre muchos otros; pero muchas personas responsables de los comercios por no molestarse en pedir un par de presupuestos y ver que no cuesta tanto, seguimos con todas esas trabas de las cuales en el siglo que estamos y tanta tecnología de la que pocos dudamos en adquirir y sin embargo no no somos capaces de invertir una mísera parte para eliminar las barreras de negocios y ciudades.
      Saludos.
      Pere

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  7. Bruno

    Hola. Alguien es tan amable de mandarme un texto administrativo «complicado» y su versión modificada a texto simple accesible para personas con discapacidad. Es decir, quiero tener las dos versiones de texto para comparar y que me sirvan de ejemplo.
    Gracias de antemano.

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  8. Miguel Crespo

    Ayer leía en la prensa asturiana (luego ví que también estaba publicado en diarios de tirada nacional) un artículo con el siguiente titular: “La madre de una niña con síndrome de Down pide cambiar la definición de ‘subnormal’ de la RAE”.
    La noticia me transporta a este post que estoy comentando… y aunque no soy dado a opinar en blogs, quizás la sensibilidad del tema o la delicadeza con que tratas el lenguaje, querido Javier, me han empujado a iniciarme en este género quasi-epistolar-abierto.
    Y es que, hablando claro…, para que nos entendamos, me repatean la palabra y el uso que se le da al vocablo en cuestión . Así que cuando traté de, siempre para mis adentros, definir mis sentimientos de repulsa a la palabrita… ¡ Aaah! descubres que todo está ya dicho o que alguien tiene el don de reflejar por escrito sentimientos en los que te reconoces.
    Y como en esto de navegar por la nube “de puente a puente te lleva la corriente”, encontré un post de otro bloguero que comentaba la noticia y que reflejaba, quizás con más vehemencia pero no con menos indignación, ese sentimiento de rechazo que yo sentía.
    Cito textualmente un fragmento de su entrada y dejo la dirección del blog.
    “Odio la palabra “subnormal”. La detesto. Por encima de todas las cosas. Me duele, me hiere cada vez que la escucho. Siento un desprecio absoluto por cada persona que la dice. Lamento el énfasis con la que se pronuncia. Insultante.”
    http://blogs.lasprovincias.es/elfrancotirador/2013/07/31/que-la-rae-retire-la-palabra-subnormal/
    No me resisto a compartirlo en este foro.

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  9. Pingback: Anónimo

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  11. Anónimo

    ¡Estupenda lanza rota en favor de las personas con discapacidad! (que, de alguna forma, nos incluye a todos, al no estar al 100% de nuestras capacidades de forma permanente, salvo honrosas excepciones). También es cierto que el respeto, con frecuencia, genera «frases más largas». Me recuerda la anécdota de aquel aprendiz de bombero que se presentaba como «ayudante del auxiliar complementario de perito bombero». Saludos. Fco. Glez.

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  12. Víctor Hurtado Oviedo

    Javier: Las personas que fijan tales «usos» en la ONU y los gobiernos sufren una tendencia a la paranoia, que sería divertida si no complicase la vida y la escritura a los demás. Por mi parte, ni me entero; si no, terminaría diciendo que una persona de baja estatura es una «persona dotada de altas prestaciones para seguir la hipotenusa tierra-aire con la mirada». En fin, no sé…, como que me parece muy largo.

    En cuanto a la puntuación cubista, es una plaga insufrible en libros como «El dardo en la palabra», de Fernando Lázaro, y «El reino de Cervantes», de Gregorio Salvador, para no hablar de «Defensa apasionada del idioma español», de Álex Grijelmo: auténtico catálogo del cubismo.

    El gran problema con esos libros es que mucha gente los lee para aprender temas del idioma (y se aprende mucho), pero, de contrabando, le inoculan la barbarie en la puntuación, y los lectores salen convencidos de que un párrafo puede comenzarse con «Lo cual» (!).

    En cierto modo, la puntuación no existe: es la sombra de la sintaxis. La puntuación sigue al orden de las palabras; de tal modo, quien se equivoca en la puntuación ignora la sintaxis (o pretende ignorarla porque se pretende «creador», reinnovador de la puntuación). A mí, los cubistas de la puntuación me parecen amanerados.

    Que yo recuerde, Azorín escribía oraciones cortas, pero no hacía que los verbos saltasen sobre los puntos: habría que ver. Sí me parece que Azorín escribía «. Y» (punto Y), lo que es otra de las gracias adoradas por la puntuación cubista.

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    1. Javier Badía

      En el jardín. De noche. Se percibe el aroma suave de las rosas. Los dos cipreses destacan sus copas alargadas en el cielo diáfano. Brilla un lucero entre las dos alongadas manchas negras. (Azorín: Castilla). Es solo una muestra del arte de puntuar corto, que es lo mismo que escribir claro. Pero conjuntar belleza y claridad en la escritura está solo al alcance de unos pocos genios de la literatura. Y no seré yo quien lo discuta.

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  13. Víctor Hurtado Oviedo.

    Javier: «Persona con discapacidad» es otro engendro de la manía «políticamente correcta». La persona que sufre una incapacidad es un discapacitado o una discapacitada: ¿cuál es el insulto? Ya está bueno de paranoia semántica.

    También debe decirse «persona discapacitada»; es decir, sustantivo más adjetivo, pero no «persona con discapacidad».

    «Persona con discapacidad» representa un solecismo. La expresión propia sería «persona que vive con una discapacidad»: se necesita un verbo que acompañe a «con».

    Por otra parte, no está bien lo siguiente:

    «Uso de respeto, sí. Lo que no equivale, o no debe equivaler, a lenguaje neutro o políticamente correcto. Que son parecidos, pero no es lo mismo».

    Debe ser:

    Uso de respeto, sí, lo que no equivale, o no debe equivaler, a lenguaje neutro o políticamente correcto, que son parecidos, pero no es lo mismo».

    Noto que en muchos periodistas (como yo) y articulistas se extiende una peculiar «puntuación» en la que se pone punto antes de que termine el sentido (o la energía) del verbo. La llamo «puntuación cubista». Los verbos no pueden saltarse los puntos.

    Muchas gracias.

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    1. Javier Badía

      ¡Menuda reprimenda!, Víctor. La acepto gustoso, porque entiendo que tu intención es buena. Lo de persona con discapacidad no lo digo yo; lo dice la ONU (Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad) y la legislación española. Lo tienes en los enlaces que hay en esta entrada. Este es un blog de lenguaje administrativo, en el que defiendo el lenguaje claro para la Administración. El problema es que cuando hablamos de uso respetuoso del lenguaje o lenguaje respetuoso, o de evitar la discriminación en el lenguaje, nos encontramos con que las fórmulas de respeto que se nos ofrecen nos llevan muchas veces a las perífrasis y los eufemismos.

      En cuanto a lo de la puntuación, me parece bien. Pero te recomiendo que repases al viejo maestro Azorín.

      Muchas gracias por tu interesante comentario.

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    2. Javier del Monte

      Abomino de las «manías políticamente correctas». Pero, puestos a ser precisos en el uso del lenguaje, deberíamos añadir al adjetivo que designa a la persona mal llamada «discapacitada» aquello que no es «capaz de» hacer.
      En algún momento la sociedad asumió que un parapléjico o un autista era «discapacitado» mientras que los que manejamos con soltura cualquiera de nuestras extremidades y aprobamos los tests psicológicos no podríamos llamarnos así. Con el tiempo, por suerte, nos hemos dado cuenta del error.
      La realidad es más compleja y la sociedad está aprendiendo a valorar las capacidades antes que las discapacidades. Me alegro. Es una cuestión ética, supera a la semántica y por supuesto a la gramática.
      Cualquiera tenemos discapacidades y ninguno nos consideramos «discapacitados». Creo que aquella propuesta de la ONU es muy adecuada.

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