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¿Son eficaces los mensajes de la Administración? Con independencia de que se justifiquen tales o cuales campañas, la eficacia comunicativa es siempre obligada. Pero esa eficacia se pierde con la ambigüedad. Este cartel, firmado a partes iguales por el Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad y por Save the Children, es soporte de la campaña «En la violencia de género no hay una sola víctima«. En la presentación, la secretaria de Estado de Igualdad, Bibiana Aído, dijo que, «en numerosas ocasiones los hijos y las hijas son usados por los maltratadores como instrumentos para hacer daño a sus madres«. En su contexto, pues, ya no hay duda sobre el objetivo del cartel. Sin embargo, el mensaje, en sí mismo, se presta a la ambigüedad.
Si cambio algunas palabras y mantengo la construcción, se entenderá mejor: «No hubo un solo hombre que diera un paso al frente«. Es decir, interpreto que ningún hombre dio un paso al frente. Porque si yo digo «No hubo solo un hombre…», estoy diciendo que hubo más de un hombre. Aunque esta construcción no es la más eficaz. Trasladado al mensaje del cartel y para indicar que siempre hay más de una víctima, lo adecuado hubiera sido: «En la violencia de género no solo hay una víctima«. En este caso solo funciona como adverbio (modifica el significado del verbo). Pero el redactor del lema del cartel no quería decir exactamente eso. Quería subrayar que la víctima no está sola, que está acompañada de más víctimas. Para eso, sola tiene que funcionar como adjetivo.
Hay aquí un claro problema de ambigüedad, que resta eficacia al mensaje y que no solo tiene que ver con el orden de las palabras, sino también con la negación. No es lo mismo decir «no llueve» que «hace sol«. La precisión en el lenguaje contribuye a la claridad. Y es más preciso decir «hace sol«, que decir «no llueve«. Mucho más claro, y preciso, hubiera sido: «En la violencia de género hay más de una víctima«.